viernes, 29 de febrero de 2008

Apocalypse later

. ( ♪ Virtual insanity, Jamiroquai ♪ )
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Normalmente cuando se me ocurre algo para escribir en el blog y no estoy delante del ordenador, apunto el tema en cuestión en una de aquellas libretitas ortopédicas que tan bien envejecen. Que tan bonitas se hacen con el tiempo.

Dos temas que apunté por separado, en días diferentes, bastante densos como para escribir un post de cada uno, he decido comprimirlos aquí, ya que los dos me recuerdan aquello de “cuidado con lo que deseas, porque puede cumplirse”.

El primero:

Me estoy leyendo el famoso libro “99 francs”, o “13,99 €”, de Frédéric Beigbeder. Dicen que es una historia real. Yo creo más bien que ahí precisamente está el colmo de la ironía: en que es una historia ficticia. La publicidad de última generación. Esto sí que sería pa cagarse y no limpiarse. Orson Welles no ha sido en vano.

Pero suponiendo que fuera verdad…que un publicista escriba un libro contando los entresijos del asqueroso mundo de la publicidad, que se lo publiquen, que sus jefes lo lean, le despidan por ello, y que él se forre vendiendo ese libro que se anuncia por todo París en pancartas de 2x5 metros (lo que mide la casa en la que estoy viviendo), como empezar a comerse las uvas en los cuartos, la verdad es que no tiene precio. Y pagaría mucho más de 14 euros por vivir ese momento, esos días o semanas que pasan entre que el libro sale a la venta y sus jefes lo leen. El ir a trabajar con la sonrisa del que traiciona y esta orgulloso, sin saber si lo habrán leido ya. Imaginándolos empezando el libro, sintiéndose aludidos, sin poder cenar esa noche, acabándoselo en unas horas. Desquiciados. Cerdos torturados. Sensación, por un momento, de justicia universal.

El segundo:

Leo un artículo en el que discuten varios científicos. El más radical afirma que viviremos eternamente. Que ya están estudiando con precisión las 7, 8 o 9 causas del envejecimiento celular (que al final serán más, pero serán unas concretas). Que esto, unido a la clonación, nos permetirá vivir para siempre. Y no se discuten, por ejemplo, las consecuencias demográficas. Se habla tan solo de si llegaremos o no a conseguirlo técnicamente.

Yo no tengo ninguna duda. Como estoy también bastante convencido de que harán pantallas planas aún más planas (y plegables), de que nos teletransportaremos, de que viajaremos a través del tiempo…Y por supuesto que es posible que la Realidad, lo que haya en el fondo, no permita algunas de estas cosas; pero negarse en rotundo, o mostrarse incrédulo ante estos “avances”, siendo como mucho tan ignorante como el más sabio de los humanos, me parece subestimar a una raza que no digo que sea increiblemente inteligente, porque es algo muy relativo, pero que en cualquier caso ha sido capaz de crear máquinas más pontentes que ellos, las cuales llevarán a máquinas aún más potentes, y así hasta un cierto punto, en el cual pienso que la teletransportación y el viaje a través del tiempo serán como hoy montar en bicicleta o subir al ave.

(Aunque no sea capaz de imaginarlas, no me olvido de las cosas que no soy capaz de imaginar. Y sé que están ahí.)

Y claro que me encantaría, como dice el libro, que “idealmente, en democracia, ojalá utilizáramos el formidable poder de la comunicación para mover y sacudir las mentalidades en lugar de atontarlas y paralizarlas”. Y por supuesto que querría tener una esperanza de vida de 500 años. Ser eterno, quizá. ¿Alguno de vosotros, sin hacer de abogado del diablo, no querría lo mismo?

Pero aquí viene la advertencia. Y es que no se trata de olvidar estos sueños. Pero habría (será imposible, a los humanos estas cosas siempre se nos van de las manos) que tener muchísimo cuidado en la velocidad en la que han de llegar estas “victorias”, en caso de que las logremos. Porque (y esto sí que sería irónico) podemos representar el ejemplo más claro de ganar una batalla y perder la Gran Guerra.

Quiero decir que si llegara muy rápido, ese giro en la publicidad de 180 grados, y de repente, de la noche a la mañana, la señora no tuviera aspirador, el señor no tuviera su coche, ni los niños sus consolas, ni los viejos sus viajes…si todo el opio de pueblo se esfumara como la espuma

entonces ese pueblo no aguantaría el batacazo.

Depresión psicológica a nivel mundial. Suicidios colectivos de millares de ciudadanos. Por ejemplo.

Como no aguantaría, en caso que fuéramos eternos, la muerte de un hijo, atropellado, o chafado como una hormiguita. Destruido por un accidente.

Porque si viviéramos para siempre, si a los 10 años en vez de entender que desaparecemos, como pasa ahora, leyéramos en el libro de historia que hubo alguien, un científico hace 1000 años, aún vivo, que descubrió la vida eterna

si esto fuera biológica, celularmente aceptado, interiorizado por nuestros cerebros

si nadie lo dudara ya, si todos lo disfrutáramos, si lo pagara la seguridad social

la muerte de un humano por accidente, la perdida de una vida por error

sería algo tan sumamente dramático en comparación a lo que ya supone hoy en día que quizá no valdría la pena, el vivir eternamente.

O quizá sí. 100 años de luto y listo.

Pero usted no se preocupe. Estas teorías catastrofistas sólo son ciencia ficción. Afortunadamente disponemos de maquinas de viajar en el tiempo de bolsillo, para salvar a sus seres más queridos en el último momento.

Aceptamos el pago mediante lectura del iris.

2 Comments:

At 1 de marzo de 2008, 11:47, Anonymous Anónimo said...

Fui a investigar... y en el Fnac lo tienen en el estante ficción...mmm

 
At 1 de marzo de 2008, 14:01, Anonymous Anónimo said...

Pensativa y divertida. Así me ha resultado la lectra de tu mini-libro.. Muy grande las dos últimas frases!!!!

 

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